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Por Mónica de la Vega Carregha.

Desde el inicio de los Juegos Olímpicos Modernos, en el año de 1894, el lema olímpico es “Más rápido, más alto, más fuerte” lo cual nos habla de la perfección de los atletas y de lo que se busca demostrar en las justas deportivas que desde la época antigua se relacionaban con la idea de paz, igualdad y fraternidad entra las naciones.

En la semana que llevamos de los Juegos Olímpicos en París 2024, hemos visto un sinfín de representaciones de igualdad, equidad y fraternidad, desde la gran puesta en escena que fue la inauguración durante el recorrido por el río Sena, el extraordinario regreso de Celine Dion, las representaciones de la cultura y el arte francés, así como la integración de todas las personas y sus diferentes formas de vivir.

En cuestiones deportivas también hemos podido ver grandes hazañas, como el renacer de la gimnasta Simone Biles, las participaciones del nadador italiano Thomas Ceccon, así como en contexto nacional nos hemos emocionado con las actuaciones del equipo de tiro con arco femenil, ganadoras de la medalla de bronce y con la judoca Prisca Awiti ganadora de la medalla de plata, entre muchas otras actuaciones que ha habido y que habrá en lo que queda del calendario olímpico.

Pero del tema que más se habla en este momento es lo sucedido en el encuentro de cuartos de final de los Juegos en la categoría femenina de 66 kilos entre la italiana Angela Carini y la argelina Imane Khelif, en la cual la primera decide retirarse de la pelea cuando solo llevaban 46 segundos, argumentando que no existían “igualdad de condiciones” y dando pie a una constante discusión sobre deportistas que viven una realidad biológica y natural que se excluye de lo que se ha considera “normal”.

El COI inmediatamente salió a dar una declaración donde puntualiza que: “todos los deportistas que participan en el torneo de boxeo cumplen con las normas de elegibilidad y de inscripción de la competición, así como con todas las normas médicas aplicables establecidas por la Unidad de Boxeo de París 2024 (PBU)” con lo cual trataron de parar la discusión y los cuestionamientos.

Pero la realidad es que todo lo relacionado a las mujeres deportistas siempre se ha mantenido en constante cuestionamiento. Primero el tema fue si era posible que las mujeres pudieran participar en los JJOO, de hecho, para el barón Pierre de Coubertin (fundador del movimiento olímpico moderno) eso era impensable. La discusión después se tornó en cuales disciplinas eran adecuadas para los cuerpos femeninos y cuales no, para llegar a la discusión actual sobre si las atletas sacan ventaja de sus condiciones físicas o no.

Los casos de la boxeadora argelina Imane Khelif y de la boxeadora taiwanesa Lin Yu-ting nos hacen recordar a lo sucedido en Río 2016 con la corredora sudafricana Caster Semenya, las cuales son mujeres que no han pasado por tratamientos hormonales ni de cambio de género, sino simplemente son mujeres que por cuestiones naturales y biológicas sus cuerpos han desarrollado más hormonas masculinas que femeninas. A lo cual algunos organismos deportivos internaciones han respondido pidiendo que las atletas, en el caso de Caster Semenya, se medicaran para bajar esos niveles y así poder competir en los siguientes Juegos Olímpicos, a lo cual ella se negó y así nos perdimos la oportunidad de verla competir en Tokio y París.

Pero tenemos otros casos de atletas que biológicamente han tenido ventajas, como el nadador estadounidense Michael Phelps el cual produce menos ácido láctico y eso lo lleva a que su recuperación sea más rápida, al igual que su complexión, altura y hasta el tamaño de sus pies que hacen un efecto de aleta cuando entra al agua. Así como el jugador de baloncesto serbio Boban Marjanović que mide 2.24 mts lo cual le daría una mayor ventaja sobre sus competidores. A los cuales nunca se les cuestionó lo ganado, sus habilidades y sus capacidades para dedicarse al deporte y mucho menos se les pidió medicarse para poder competir.

Lo cual nos llevaría a pensar, entonces que se busca ser “Más rápido, Más alto, Más fuerte” siempre y cuando seas hombre, cisgénero (heterosexual) y de preferencia de tez blanca.

A unos días de inaugurarse los Juegos Olímpicos de París 2024, Netflix estrenó una docuserie sobre Simone Biles, la mejor gimnasta de todos los tiempos (ha ganado 37 campeonatos y medallas olímpicas), que en la edición pasada de la justa veraniega, puso en el centro de la discusión el tema de la salud mental.

El documental aborda, entre otras cosas, cómo fue el proceso que Biles tuvo que enfrentar y como ha sido reponerse y recuperar la confianza en sí misma para regresar más fuerte que nunca a los reflectores olímpicos. Sin embargo, hay un punto que considero de los más importantes a resaltar.

Y es que Simone Biles no ha sido la única gimnasta sometida a la presión en busca de la perfección no sólo deportiva, sino también física (por los cánones de belleza impuestos por la sociedad), que prioriza a las atletas blancas, delgadas, de cabello rubio y lacio, que dejan fuera la diversidad racial.

La historia relata como hubo otras gimnastas afrodescendientes como Gabrielle Douglas que fueron duramente criticadas por su aspecto físico y sometidas a cánones de belleza racistas, a pesar de sus intervenciones maravillosas y de incluso haber ganado el all around individual en Londres 2012.

Pareciera que el tema estético era, y sigue siendo, un tema transcendental en la gimnasia y otros deportes, sobretodo para las audiencias, quienes, con el avance de las nuevas tecnologías, pueden opinar de los cuerpos de las otras personas desde la comodidad de su hogar y tras el anonimato de las redes sociales.

Y no sólo eso, dentro del deporte también hay situaciones que vulneran a las atletas y las colocan en una posición de desigualdad, violencia y discriminación, tal fue el caso de un médico de USA Gymnastics que agredió sexualmente a alrededor de 300 jóvenes gimnastas.

Sucesos como estos demuestran que el deporte lleva mucho tiempo ignorando el bienestar de sus atletas, y el hecho de que Simone Biles haya puesto una pausa en medio de la competencia habla de esos cambios que debe de haber en el deporte de alto rendimiento.

‘Simone Biles Rising’ nos muestra a una mujer que se ha aprendido a cuidar priorizando su salud mental y física sin importar que no haga lo que el mundo espera de ella.

Por: Alexia Arámburu

Este fin de semana en nuestra sesión “Sports & Chill” recomendamos la película “La Caída”, un largometraje de Lucía Puenzo, el cual inspirado y basado en diferentes testimonios, narra la historia de Mariel, una clavadista veterana de alto rendimiento que enfrenta su última oportunidad para asistir a los Juegos Olímpicos, pero deberá enfrentarse a una terrible verdad sobre la violencia a la que ha estado sometida toda su vida.

En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, queremos recordar que la violencia hacia las mujeres en el deporte, está presente dentro y fuera de la cancha, provocando desigualdades entre sus colegas hombres, que las coloca en desventaja y las limita llegar a lo más alto del deporte.

La Caída es un filme que nos muestra una desgarradora ventana de la realidad de deporte profesional en México, y seguramente en otros países del mundo. Detalla la violencia sexual y psicológica y abuso de poder por medio de un viaje emocional colectivo dentro del deporte.

Todos los personajes actúan de una manera que te hace sentir lo que está ocurriendo, Karla Souza sin duda hace que la película toque aún más emociones con una actuación memorable.

Desde el inicio esta película te atrapa con la historia lamentable sobre la violencia hacia las mujeres en el deporte, la directora se toma una gran tarea al dar luz a miles de historias que han sido escondidas por mucho tiempo, historias que no muchas se atreverían a contar. 

Recordando una fecha importante, 25 de Noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, esta película nos hace recordar la manera en la que se ha fracasado en dar el apoyo a las mujeres deportistas al momento de que ellas han denunciado cualquier tipo de violencia o agresión.

A pesar de que aún existen muchos casos de violencia en el ámbito deportivo, los cuales han sido olvidado o simplemente hecho caso omiso en la busqueda de la justicia y reparación del daño, nos parece importante recordar que el 25N es una fecha que nos recuerda las deudas que tiene el Estado y las instituciones para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia.

La desproporcionada carga de trabajo no remunerado, cuidado a los enfermos y crianza, que recae sobre mujeres y niñas principalmente, afecta el acceso a la activación física en México. De acuerdo al Módulo de Práctica Deportiva y Ejercicio Físico del INEGI, desde el levantamiento de la muestra en 2013, el promedio de hombres físicamente activos es de 46.68% a comparación de las mujeres con un 36.84%.

Por Wendy Jiménez | Publicado en Luchadoras 

Culturalmente las mujeres mexicanas y latinoamericanas fuimos educadas para aguantar, sacrificar nuestros sueños por los deseos de los demás. Exigencias de género como la maternidad, el cuidado a los enfermos y el trabajo no remunerado, nos obligan a dedicar el tiempo, dinero, energía, entre otras cosas, a otras personas, dejando en segundo, tercero, cuarto o centésimo lugar nuestros anhelos, aquello que nos hace felices.

Por Wendy Jiménez | Publicado en Luchadoras

“Cuando las mujeres trabajamos en equipo somos imparables”, dice convencida Priscila Filísola, maratonista queretana y creadora del club de entrenamiento “Y además corredora”, un espacio que fue creado para que mujeres atletas puedan ayudarse unas a otras y con ello romper la constante ideas de que este deporte es una competencia y no puede hacerse en equipo.